jueves, 29 de marzo de 2012

Memorias de una institutriz
MISS LUCY R.

Esta historia comienza con una institutriz de 30 años que estaba a cargo del cuidado de dos niñas, un día como cualquier otro, al estar cocinando con ellas,  le llegó una carta de su madre enferma, pero las niñas a modo de juego no se la quisieron entregar, si no hasta que llegara el día de su cumpleaños, en seguida percibió un aroma a quemado, eran los pastelillos que estaban cocinando. Desde ese momento ella sufrió de rinitis infecciosa de recurrencia crónica  y acudió a un médico para atender esa enfermedad, pero esté doctor  se  dio cuenta que su padecimiento no era del todo un problema orgánico y  la canalizó con su colega Freud.
Freud al empezar a tratarla, decidió darle el seudónimo de Lucy. Él se da cuenta que el método de la hipnosis, no funcionaba con ella, por lo tanto decidió aplicar un método diferente, el que consistía en hacer que la paciente fuera narrando conscientemente los hechos que le pasaron antes de tener dichos padecimientos.

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Freud descubrió que Lucy se quería ir del lugar donde trabajaba porque su madre estaba enferma y quería pasar un tiempo con ella pero tenía un problema, que era la promesa que le había hecho a su amiga de cuidar a las niñas, sin embargo Freud se da cuenta que las niñas no son el único motivo que la detiene, ella seguía en esa casa porque estaba enamorada de su patrón, es decir del esposo de su amiga que había fallecido un año atrás.
Si bien es sabido y considerado tal vez como infidelidad en esa época, puesto que antes era de mal gusto que la servidumbre estando en un nivel más bajo jerárquicamente hablando, sería inconcebible la unión de una pobre con un rico. Lucy decide reprimir el sentimiento considerado “negativo”.

La mayoría de las personas en algún momento de sus vidas, con la más leve percepción de un aroma, nos podemos remitir instantáneamente a un suceso de nuestra vida, una persona, un lugar, una emoción ya sea agradable o desagradable. Es increíble como los seres humanos podemos tener esta capacidad de recordar mediante un olor, incluso sin que el aroma en ese momento esté presente, a veces puede llegar inesperadamente; creemos que se debe a la necesidad de sacar y recordar dicho momento. En el caso de Lucy R., los olores le remontaban a algo desagradable, pero al no estar completamente consciente de ello y al querer reprimir la circunstancia que le aquejaba, somatizó las sensaciones y perdió la sensibilidad y el sentido del olfato. Consideramos que es muy interesante lo que Freud menciona acerca de un hecho completamente objetivo, Lucy extrajo algo que estaría estrechamente relacionado con sus emociones y pensamientos, lo que provoca que el aroma objetivo se vuelva subjetivo, ya que ella le brinda un significado personal de manera inconsciente.
 
Lo interesante  es el hecho de que nosotros tenemos el conocimiento de las cosas, las sabemos, sin embargo tenemos una especie de filtro de los conocimientos, de manera que quedan guardados en el inconsciente como habíamos visto en la teoría psíquica de Freud. Y allí es cuando utilizamos los mecanismos de defensa que Freud no nombra como tal, sin embargo, sí describe cómo es que funciona la represión en el paciente y el poder que tiene sobre el mismo. Porque por ejemplo, cuando Freud colocaba la mano sobre el paciente y éste tenía la idea en su cabeza, era una cuestión de segundos en las que el paciente rechazaba tal idea, realizando un juicio o crítica y bloqueándola inmediatamente de la consciencia.
Lo curioso de éste caso es que la paciente no olvida completamente el suceso que le perturba sino que deja una pista, un símbolo de ese recuerdo (símbolo mnémico), y que un suceso por sí solo, no es lo que causa un trauma, sino varias circunstancias secundarias o complementarias que agudicen el problema.

Es interesante  ver como nuestra mente tiene la capacidad de recordar solo las cosas más generales de un hecho que fue traumante sin meterse en dalles para así evitar recordar lo que causo el trauma general. El hecho lo recordamos tal y como es, hasta que empezamos a analizar  a conciencia cada una de las cosas que pasaron en ese momento, como porque estábamos en cierto lugar, que es lo que nos recuerda ese lugar o por que hicimos alguna acción.
Sigmund Freud

Otra cosa interesante es darte cuenta de cómo el subconsciente puede somatizar eso que no se pudo decir o lo que no se pudo hacer, esto lo hace  al relacionar  situaciones, olores y lugares, que fueron causas o estuvieron presentes en el momento del trauma. El trabajo de psicoterapeuta en este caso es saber que fue lo que causo los síntomas que presenta, gracias a esto se encuentra la clave para poder resolver una histeria como en el caso de Lucy.
El hecho de que las personas recordemos o podamos recordar mejor por medio de los aromas, está relacionado con la manera en que están dispuestos nuestros órganos. El sistema límbico está íntimamente unido al centro emocional, y es reconocido como el “cerebro olfativo”. La región olfativa que está situada en la parte superior de la cavidad nasal, es el contacto entre el sistema límbico situado en el cerebro y el mundo exterior, éste sistema está conectado con nuestra memoria a largo plazo, por lo que, al momento de la interacción con un olor el sistema límbico es capaz de unir recuerdos, emociones y aromas.


Al percatarnos de que en esa época había muchas revoluciones y división de clases sociales y aun predominaba la idea de que la mujer era mucho menos que el hombre en cualquier sentido, si a todo esto se le suma la represión constante que había, no era de esperarse que al sentir enamoramiento por el patrón, también se sintiera un cierto nivel de “culpabilidad” debido a que no era permitido absolutamente nada y al no poder exteriorizar todo eso de una manera libre se somatizaba, salía pero daba como resultado una histeria que ni el mismo paciente es capaz de detectar por sí solo.

En conclusión podemos decir que  Lucy termina el tratamiento, al darse cuenta de que no necesariamente para ser feliz tiene que ser pareja del patrón, y que no había la necesidad de dejar de amar al patrón, ni de   ponerse entre la espada y la pared al escoger entre las niñas con el patrón y su madre. Gracias a esto Lucy se da cuenta y puede dejar atrás todos los pesares que le provoca la enfermedad antes mencionada.

SIGMUND, Freud “Miss Lucy R” en Obras Completas tomo II. Edit. Amorrortu editores, Alemania, 1895, pág. . 71-124

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http://www.youtube.com/watch?v=krQOp5ayges

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